Los Cimientos de un Sueño
Todo comenzó en un pequeño estudio improvisado en San Bernardo. Era apenas un espacio de 20 metros cuadrados, pero tenía algo especial: una luz natural increíble que entraba por las ventanas del segundo piso. Ahí fue donde nació Nulandro, no como una empresa, sino como una obsesión por capturar la esencia humana a través de la fotografía de retratos.